9/05/2010

| CUANDO UN SUEÑO CAE... |

Hoy empatamos el partido que menos teníamos que empatar, me subí al auto y olvidé mi mundo, mi respiración se quebraba y me tapaba el rostro con un buzo, suspiraba; en el fondo no quería que mi padre viera aquellas lagrimas que caían de pena, impotencia, frustración y rabia; tan cerca y tan lejos una paradoja, como la vida. Hoy me siento dolido conmigo mismo, dolido con el día, dolido con la vida, es un día de flaqueza, de carencias; de oportunidades que de oportunidades no tienen nada, el fracaso es el invitado de la discordia y se instalo con propiedad en una fecha como hoy, en un lugar habitual y con un resultado que viene repitiéndose hace muchos años. Llegué a mi casa, el agua corría, las lagrimas caían junto con ella, es esa sensación de sentir que el agua se llevará todo lo malo, todos aquellos sentimientos negros que rodean tu cabeza cuando sientes que un sueño ha caído nuevamente, que se repite la historia, que te equivocas de nuevo o que simplemente erraste cuando menos debías hacerlo. Hoy no hubo margen para el perdón, Dios no estuvo de nuestro lado y aquello no quiere decir que me sienta dolido con el, prefiero pensar como siempre que es por que tiene algo mejor para mí, hoy vi en nuestros rostros la mirada de sentir que fracasamos, las camisetas en el suelo me decían que cada uno se sentía impotente por lo que ahí había ocurrido, aquello que sucedió, aquello; lo impensado. El sol brillaba en la distancia, pero no para nosotros, no hoy, no mañana y no ayer, brilla, pero no es nuestro lugar, si en la distancia de cada año que pasa y que ese sueño se nos escapa de las manos en las situaciones que parecían menos difíciles. Hoy no hablaré de luchar, de seguir, de esperar otro año, la verdad es que después de tanto tiempo la lucha se desgasta, las fuerzas ya no son las mismas, esa imagen tan conocida de hoy se me repite desde los 17 años, las mismas caras, nos miramos y podemos entender que es lo que siente cada uno y hoy no solo fueron y serán lagrimas mías, si no también las de mi familia, las de mis amigos, las lagrimas de esas personas con las cuales comparto cada tropiezo en el futbol amateur. Hoy la vida nos jugó en contra y nosotros no supimos hacerle frente. Aquellas lagrimas terminaron en mi cuello, saque el buzo y las manos de mi rostro, la vida continua y no espera por nosotros, los brazos cayeron y mi mirada apunta el suelo, ya no existe ese sueño, solo existe la posibilidad de saber que la vida sigue y que cada vez que cae un sueño hay otro que comienza a erguirse.


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